lunes, 22 de diciembre de 2008

Camino a Caná

"- Nuestro templo es uno más entre mil templos, señor.ç

De nuevo apareció aquel relámpago, parecido a la memoria, a una memoria enterrada de algún acontecimiento terrible, pero que no era memoria.

- Mil templos dispersos por todo el mundo -añadí-, y cada día se ofrecen sacrificios a mil dioses, de un extremo del imperio al otro.

Él me miró ceñudo. Proseguí.

- Eso sucede a nuestro alrededor, en la tierra de Israel. Y sucede en Tiro, en Sidón, en Ascalón; sucede en Cesarea de Filipo; sucede en Tiberíades. Y en Antioquía y en Corinto y en Roma y en los bosques del gran Norte y en las selvas de Britania. -Hice una pausa para respirar.- ¿Somos la luz de las naciones, señor?

-¡Qué nos importa todo eso!

-¿Qué nos importa? Egipto, Italia, Grecia, Germania, Asia, ¿no nos importan? Es el mundo, señor. ¡Es nuestro mundo, el mundo que tenemos que iluminar nosotros, nuestro pueblo!

- ¿De qué estás hablando? - Replicó en tono ofendido.

- Es donde vivo yo, señor -dije-. No en el Templo, sino en el mundo. Y en el mundo he aprendido lo que el mundo es y lo que el mundo enseña, y yo soy del mundo. El mundo es de madera, piedra y hierro, y yo trabajo en él. No, en el Templo no; en el mundo. Y cuando llegue para mí el tiempo de hacer lo que el Señor me ha encomendado en este mundo, en este mundo que le pertenece a Él, este mundo de madera y piedra y hierro y hierba y aire, Él me lo revelará. Y lo que este carpintero deba construir en este mundo ese día, lo sabe el Señor y el Señor lo revelará.

Se había quedado sin habla."

Extraído de El Mesías: Camino a Caná. De Anne Rice.

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