sábado, 8 de diciembre de 2007

El hombre y su sofá


Es tónica general que cuando te separas se activa un peculiar mecanismo de defensa que, sin que puedas hacer nada para evitarlo, te obliga a desatarte. Y no me refiero a librarte de las típicas ataduras que comporta la vida en pareja (cosa obvia), sino a tus hormonas campando por sus respetos sin pedir permiso a nadie. Hombre...!!, no te pasa al segundo ni tercer día como te gustaría, ya que todavía estás como en una nebulosa, pensando que estás soñando y deseando que suene el despertador. Al menos en APARIENCIA, las hormonas empiezan a resucitar después de la típica primera semana de autocompasión y revolcones en la mierda, en la que te olvidas de que en tu casa hay una cocina y un baño. Ni te duchas, ni comes, ni nada de nada. Si tienes la suerte de que tu pareja te deje en época laborable, no tienes más remedio que fingir que posees unas mínimas nociones de higiene personal, con lo que el baño no desaparece; pero... ¡como estés de vacaciones...!

El mejor invento para un hombre recién separado es el sofá. Ahí es donde haces vida las 24 horas del día durante tu primera semana de soltería obligada. Si has vivido con tu ex, la cama te produce de todo (alergia, urticaria, vómitos incontrolados, ...) menos ganas de meterte en ella. La tele sólo existe para que oigas otras voces aparte de la tuya, que no para de repetir:”¡Qué desgraciao soy! ¡Qué putada me han hecho!” De vez en cuando quitas el volumen y pones un CD de “Cielín” Dion o Los 100 Mejores Fados de la Historia de Portugal para pasar un rato genial tirado en el sofá deshidratándote de tanto llorar. La mesita de centro se va llenando poco a poco de paquetes de tabaco vacíos y de ceniceros llenos; si la cocina no existe, ¿cómo vas a echar las colillas a la basura? Y no las vas a tirar por el balcón, que tampoco eres tan guarro... Llamas a todos los integrantes de la agenda del teléfono, que a la media hora está echando humo. Entre el tábaco y el móvil tu salón parece Londres de madrugada, pero al menos has aprendido a hacer varias cosas a la vez: lloras, hablas, fumas, ves la tele y escuchas, e incluso entiendes, los fados. ¡Viva Portugal!

Una vez pasada esta primera semana, y dándote cuenta del olor que ya hace tiempo puebla tus axilas y otras partes del cuerpo que no mencionaré, decides que hay vida ahí fuera, y te CREES preparado y con las hormonas cargadas para la caza mayor. Desentumeces los músculos, te levantas del sofá (no sin esfuerzo) y, aún con ciertas dudas, tomas la decisión: si de verdad vas a pisar la calle, lo mejor es pegarse una duchita antes. Desempolvas tus mejores galas y aprovechas también para desempolvar la plancha, que no está oxidada de puro milagro. Te duchas a conciencia, prestándole especial atención a aquellas partes que esperas que se pongan en contacto directo con una boca, no sin antes haber llamado al mejor y más petardo amigo que tienes para salir a quemar la ciudad. ¿Que vuelvo a ser soltero? Pues a aprovecharlo, porque yo lo valgo, ¡no te jode! La puta de mi ex no me va a amargar la existencia, ¿no?...¡¡JA, JA!! Y, crispado de los nervios, te echas una última mirada en el espejo, te das la aprobación con sobresaliente, y sales de casa dando un portazo para dejar patente que has vuelto a la vida.

Evidentemente, y dada la manía que tenemos la mayoría de los humanos de machacarnos a nosotros mismos, al primer sitio donde vas es al garito que solías frecuentar con tu ex pareja. ¡Hay que ser gilipollas! Te conoce todo diox, al igual que conocen tu historia, te miran con cara de pena, o eso crees tú, y los más empáticos se dedican a cantar tus alabanzas mientras ponen de vuelta y media a tu ex. Tú, por supuesto, le defiendes diciendo que así es la vida, que no es culpa de nadie, que le pasa a todo el mundo y que hay que tirar p’alante. Interiormente te estás acordando de toda su familia, especialmente de su madre, que -hay que reconocerlo- todo el mundo sabe que es una santa. Te pasas la primera hora mirando a la puerta cada cinco segundos con la esperanza de verle aparecer, aunque tu otro yo espera con toda su alma que no se le ocurra ir por allí, porque, sinceramente, no sabes cómo vas a reaccionar. ¿Te abalanzarás sobre ella y le suplicarás de rodillas que vuelva contigo, o te agarrarás a la primera que tengas a mano y le meterás la lengua en la boca mientras taladras con la mirada a la zorra que te dejó tirado? Como temes que la reacción más probable sea la primera, te autoconvences de que no quieres que aparezca, pero sigues sin quitar la mirada de la puerta. Y claro, todo aquel que entra te ve, y no sé si será por eso, o que la depresión post-divorcio desata las feromonas, que notas que muchas tías te miran con ganas de meterte en el catre. ¿ Por qué coño no te pasa eso cuando estás bien? En tu actual situación, lo último que te apetece es ponerte a ligar, más que nada porque a los cinco minutos de monólogo, tu pobre “interlocutor” saldrá huyendo a toda mecha, cansado de escuchar siempre las mismas dos palabras: mi ex..., mi ex..., mi ex..., y diciéndote que Cinco Horas con Mario ya la vio hace tiempo.

El amigo petardo no ceja en el empeño de emparejarte con la primera que pasa por allí. Un gesto de agradecer..., pero llega un momento en que la situación se hace bastante pesada. Tú sólo quieres a alguien de confianza que aguante tu continua disertación sobre las razones que os han llevado a la separación. Te aprovechas de que tu amigo sabe que estás mal y no te va a callar la boca, al menos de momento, aunque también notas que desenchufa el cerebro de vez en cuando (¡¡Normal!! ¡¡Pobre criatura!!).

Siguen desfilando tías que no paran de mirarte, y desearías estar operativo, pero eres consciente de que lo que tienes entre las piernas está últimamente de adorno. Lo único que conseguirías llevándote a alguien a casa en esas circunstancias es el mayor bochorno de tu vida y la obligación de jurarle y perjurarle que no es por ella, y que no sueles tener gatillazos a menudo. Así que decides que si tú no puedes ser, al menos que disfrute tu amigo. Buscas una presa fácil, despliegas tu mejor sonrisa y, después de comerle la oreja unos minutos le presentas al petardo, y te retiras a la barra con discreción a seguir observando la puerta. A cada rato, vuelves la cabeza para comprobar cómo evolucionan tu amigo y la presa. No sin cierta punzada de envidia, ves cómo pasan de la charla a utilizar la lengua para otros menesteres. Vuelves a mirar y la cosa va pasando a mayores: lengua y manos. Decides que te gusta más la puerta...

Unas cervezas ( y, para que negarlo, los cinco chupitos de Jack Daniel’s a los que te ha invitado el camarero) más tarde, te preguntas qué coño estás haciendo ahí, hablando contigo mismo, sin (ganas de) comerte una rosca y bebiéndote hasta el agua de los floreros. Te viene a la cabeza la (mel)odiosa voz de “Cielín” Dion mientras se hunde con el Titanic, te levantas en zigzag, y haces mutis por el foro sin despedirte del petardo, que no está perdiendo el tiempo precisamente.

Terminas de hacer la séptima S cuando llegas al portal y no puedes evitar pensar si tu disfunción eréctil es producto de tu estado anímico o si deberías plantearte pedirle cita al urólogo. Entras en casa con la sana intención de intentar dormir en la cama, pero en cuanto te acercas a ella echas una pota de las que no habías visto desde tus tiempos de instituto. Ves el sofá esperándote con los brazos abiertos y decides que es ahí donde quieres estar. Pones la tele sin volumen, conectas el CD con el “repeat” para que suene la misma canción cuarenta veces y te dispones a seguir deshidratándote durante el resto de la noche. Al parecer, todo ha sido una falsa alarma. Las hormonas sólo han hecho una intentona pero..., es evidente que todavía no es el momento. Comprobado: una semana no es suficiente, al menos para tí.

Pero bueno, hay que ser optimistas... ya has dado el primer paso: has utilizado la ducha.
Quizás mañana te den ganas de entrar en la cocina.

sábado, 1 de diciembre de 2007

Biblia Picaruela


La Biblia esconde grandes momentos de esos de mal rollito, venganza, muerte y sangre por doquier.

Top 9 de los mejores momentos Biblicos:

9.- Exodo 2:11-12
11 En aquellos días, cuando Moisés ya fue mayor, fue a visitar a sus hermanos, y comprobó sus penosos trabajos; vio también cómo un egipcio golpeaba a un hebreo, a uno de sus hermanos.

12 Miró a uno y a otro lado, y no viendo a nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena.


8.- II Reyes 2:23-24
23 De allí subió a Betel. Iba subiendo por el camino, cuando unos niños pequeños salieron de la ciudad y se burlaban de él diciendo: «¡Sube, calvo; sube, calvo!»

24 El se volvió, los vio y los maldijo en nombre de Yahveh. Salieron dos osos del bosque y destrozaron a 42 de ellos.


7.- Ezequiel 23:19-20

19 Pero ésta multiplicó sus prostituciones, acordándose de los días de su juventud, cuando se prostituía en el país de Egipto,

20 y se enamoraba de aquellos disolutos de carne de asnos y miembros de caballos.


6.- Jueces 3:16-23

16 Ehúd se hizo un puñal de dos filos, de un codo de largo, se lo ciño debajo de la ropa sobre el muslo derecho,

17 y presentó el tributo a Eglón, rey de Moab. Eglón era un hombre muy obeso.

18 En cuanto terminó de presentar el tributo, Ehúd mandó marchar a la gente que había llevado el tributo;

19 pero él, al llegar a los Idolos que hay en la región de Guilgal, volvió otra vez y dijo: «Tengo un mensaje secreto para ti ¡oh rey!» El rey respondió: ¡Silencio!» y salieron de su presencia todos los que estaban con él.

20 Ehúd se le acercó . El rey estaba sentado en su galería fresca particular. Ehúd le dijo: «Tengo una palabra de Dios para tí.» El rey se levantó de su silla.

21 Ehúd alargó su mano izquierda, cogió el puñal de su cadera derecha y se lo hundió en el vientre.

22 Detrás de la hoja entró incluso el mango, y la grasa se cerró sobre la hoja, pues Ehúd no le sacó el puñal del vientre. Luego escapó por la ventana.

23 Ehúd salió por el pórtico; había cerrado tras de sí las puertas de la galería y echado el cerrojo.


5.- Numeros 16:23, 31-33

16 Dijo Moisés a Coré: «Tú y toda tu cuadrilla presentaos mañana delante de Yahveh: tú, ellos y Aarón.

17 Que tome cada uno su incensario, le ponga incienso y lo presente delante de Yahveh; cada uno su incensario: 250 incensarios en total. Tú también, y Aarón, presentad cada uno vuestro incensario.»

18 Tomaron cada uno su incensario, le pusieron fuego, le echaron incienso y se presentaron a la entrada de la Tienda del Encuentro, lo mismo que Moisés y Aarón.

19 Coré convocó ante éstos a toda la comunidad a la puerta de la Tienda del Encuentro y se apareció la gloria de Yahveh a toda la comunidad.

20 Habló Yahveh a Moisés y Aarón y les dijo:

21 «Apartaos de esa comunidad, que los voy a devorar en un instante.»

22 Ellos cayeron rostro en tierra y clamaron: «Oh Dios, Dios de los espíritus de toda carne: un solo hombre ha pecado, ¿y te enojas con toda la comunidad?»

23 Respondió Yahveh a Moisés:


31 Y sucedió que, nada más terminar de decir estas palabras, se abrió el suelo debajo de ellos;

32 la tierra abrió su boca y se los tragó, con todas sus familias, así como a todos los hombres de Coré, con todos sus bienes.

33 Bajaron vivos al seol con todo lo que tenían. Los cubrió la tierra y desaparecieron de la asamblea.

34 A sus gritos huyeron todos los israelitas que estaban a su alrededor, pues se decían: «No vaya a tragarnos la tierra.»

35 Brotó fuego de Yahveh, que devoró a los 250 hombres que habían ofrecido el incienso.

4.- Deuteronomio 25:11-12

11 Si un hombre está peleándose con su hermano, y la mujer de uno de ellos se acerca y, para librar a su marido de los golpes del otro, alarga la mano y agarra a éste por sus partes,

12 tú le cortarás a ella la mano sin piedad.

3.- I Reyes I 18:24, 38-40

18 El respondió: «No soy yo el azote de Israel, sino tú y la casa de tu padre, por haber abandonado a Yahveh y haber seguido a los Baales.

19 Pero ahora, envía a reunir junto a mí a todo Israel en el monte Carmelo, y a los 450 profetas de Baal que comen a la mesa de Jezabel.»

20 Ajab envió a todos los israelitas y reunió a los profetas en el monte Carmelo.

21 Elías se acercó a todo el pueblo y dijo: «¿Hasta cuándo vais a estar cojeando con los dos pies? Si Yahveh es Dios, seguidle; si Baal, seguid a éste.» Pero el pueblo no le respondió nada.

22 Dijo Elías al pueblo: «He quedado yo solo como profeta de Yahveh, mientras que los profetas de Baal son 450.

23 Que se nos den dos novillos; que elijan un novillo para ellos, que los despedacen y lo pongan sobre la leña, pero que no pongan fuego. Yo prepararé el otro novillo y lo pondré sobre la leña, pero no pondré fuego.

24 Invocaréis el nombre de vuestro dios; yo invocaré el nombre de Yahveh. Y el dios que responda por el fuego, ése es Dios.» Todo el pueblo respondió: «¡Está bien!»



38 Cayó el fuego de Yahveh que devoró el holocausto y la leña, y lamió el agua de las zanjas.

39 Todo el pueblo lo vió y cayeron sobre su rostro y dijeron: «¡Yahveh es Dios, Yahveh es Dios!»

2.- Jueces 15:15-16

15 Encontró una quijada de asno todavía fresca, alargó la mano, la cogió y mató con ella a mil hombres.

16 Sansón dijo entonces: «Con quijada de asno los amontoné. Con quijada de asno, a mil hombres sacudí.»

1.- Samuel 18:25-27

25 Respondió Saúl: «Decid así a David: No quiere el rey dote, sino cien prepucios de filisteos para vengarse de los enemigos del rey.» Tramaba el rey hacer sucumbir a David a manos de los filisteos.

26 Los servidores comunicaron a David estas palabras y la cosa pareció bien a David para llegar a ser yerno del rey. No se había cumplido el plazo,

27 cuando se levantó David y partió con sus hombres. Mató a los filisteos doscientos hombres y trajo David sus prepucios que entregó cumplidamente al rey para ser yerno del rey. Saúl le dio a su hija Mikal por
mujer.